|
APROXIMACIÓN A UNA HISOTRIA ESCUCHADA |
- Bueno, ya está bien. ¡20 años diciendo que tendríamos que casarnos! ¿No te cansas? ¿Para qué necesitamos papeles? Si nos queremos, después de tantos años, nos queremos, nos seguimos queriendo. Eso es lo importante. Tenemos dos hijas preciosas, inteligentes, trabajadoras, cariñosas. ¿Qué necesidad tenemos de pasar por la vicaría? Bueno, por la vicaría no paso ni muerta. -Y se reía con un guiño hacía él.
Esa era la respuesta de ella siempre que él sacaba el tema de la boda. Y él con infinita paciencia seguía esperando el momento en que ella le dijera que sí. Porque estaba seguro que ese día llegaría.
Y llegó. Una tarde, de un recién estrenado otoño, al llegar a casa, la encontró sentada en la ventana, mirando al monte. Ese que habían recorrido tantas veces en todos estos años. La encontró tranquila y concentrada. Tanto que no le oyó llegar. Y al acercarse dio un respingo y comenzó a reír.
- ¡Qué susto, demonios!
- Estabas muy seria. ¿En qué pensabas?
- Lo he decidido
- ¿Has decidido... qué?
- ¿Quieres que nos casemos? Pues venga nos casamos. Pero tiene que ser en el puente de octubre.
- Pero ¿qué dices? Hay mucho que preparar, los invitados, las invitaciones, el salón, ¡LA IGLESIA!, el VIAJE.
- De iglesia nada. Los invitados tus hermanos y los míos y los sobrinos y sobrinas. Nuestras niñas y nosotros, ya está 30 personas que caben en cualquier sitio, no te preocupes. Lo tengo todo controlado.
- ¡Está bien! Yo lo que quiero es casarme lo demás me da igual como tú lo hagas estará bien.
Y la estrechó entre sus brazos, con ese abrazo de oso que a ella tanto le gustaba, cálido y tierno. Y la cubrió de besos y rieron.
- Ahora, ahora sí que soy plenamente feliz.
- ¡Tonto!
Y comenzó la locura de buscar en el juzgado una fecha libre. Y como querían que los casara su mejor amigo, que era concejal, tuvieron que trasladar todos los papeles al juzgado de la circunscripción de del concejal. No fue fácil: el papeleo, el inmovilismo de algunos funcionarios... pero a ella no se le ponía nada por delante. ¡Ya estaba todo listo! El 11 de octubre sería la boda.
Ahora que ya estaba todo preparado había que hablar con los invitados.
Lo primero fue ir a decírselo a los hermanos y hermanas de él. Organizaron una merienda y a los postres anunciaron la buena nueva. Se hizo el silencio y después vinieron las felicitaciones y los brindis.
- Parece que a tus hermanas no las hace mucha gracia la boda.
- No seas boba, es que les ha cogido por sorpresa.
- No creo que piensen que después de tantos años me caso contigo por tu dinero.
- ¡Anda, no digas tonterías!.
Y rompieron a reír de vuelta a casa.
Al llegar al hogar él se sintió indispuesto, pero no dijo nada para no preocuparla. Habría sido el vino o la merienda, pensó y se metió en la cama. Pero el dolor iba a más y cuando ya se hizo insoportable la despertó con suavidad.
- Amor, despierta, me encuentro mal.
Y ella de un salto salió de la cama y le tomó las manos, que le ardían igual que la frente, que tenía cubierta de sudor.
Llamó al médico y no había transcurrido una hora cuando ya estaba ingresado en la UCI del Hospital General. Fueron horas de angustia. Pruebas y más pruebas que no detectaban el origen del dolor y de la fiebre.
Días de desasosiego y desesperación. Y al final, le dijeron que se trataba de una bacteria que llevaba latente en su organismo mucho tiempo. El dolor y la fiebre iban remitiendo gracias a los calmantes y a los antipiréticos. Pero "el bicho" podía llegar al corazón y provocar la muerte. No podía moverse del hospital.
Y estaban a tres días de la boda.
- A ver, doctor, nosotros nos casamos dentro de varios días. ¿Puede salir solo para la ceremonia y después de vuelta al hospital?.
- Seria una insensatez completa. -respondió el médico de forma contundente.
Pues entonces, pensó ella, si él no puede salir, tendré que traer el evento al hospital. Y en 24 horas logró un nuevo traslado del expediente y consiguió a una persona que pudiera oficiar en el hospital. Ya que había tardado tanto en decidir casarse, un "bicho" no iba a lograr anular la boda.
Y así sucedió todo. A las hermanas, tanta precipitación no les había hecho mucha gracia. ¡Qué prisas!.
Afortunadamente tras varios días más de hospitalización le dieron el alta completamente curado.
Ahora había que celebrarlo con la familia y los amigos.
Al pasar con una amiga por una tienda que estaba en liquidación, decidieron entrar. Un hermoso vestido de fiesta llamó la atención de la amiga que quiso probárselo, pero le quedaba pequeño.
- Pruébatelo tú.
Y la verdad, le sentaba como un guante, algo se les escapó de la boda, y la dependienta solícita, desapareció y regresó con el mismo vestido pero en blanco. Apropiado para la celebración.
Ya tenía vestido. Y al salir de la tienda pasaron por el restaurante de otro amigo, que estaba en obras. Entraron.
- Mira, quiero hacer una comida pasado mañana para 30 personas, ¿tú podrías?.
- Bueno, aquí no, porque ya ves como está, pero en el otro restaurante de la parte baja, te preparo una cena para 30 en menos que se persigna un cura loco.
- Perfecto. Pues nos vemos el viernes.
Y a todo correr, llamó a todo el mundo y todos esperaron que llegara la novia a las puertas del restaurante.
Algunas habían ido sin mucho arreglo. Y ella bajó del coche nupcial con su hermoso vestido blanco, radiante y hermosa (que para eso era la novia) y él se quedó fascinado ante la imagen de su esposa y todos aplaudieron entusiasmados. Y ella reía del brazo de su amado, que también iba elegante y refinado.
Y fueron felices ese día y todos los venideros. Y serán felices por siempre porque se aman y eso es, al fin y al cabo, lo más importante de esta historia.