lunes, 18 de marzo de 2013

DALÍ (II)

Dalí fue el cuarto y último de su camada. Nació cuando su madre estaba ya muy cansada por el largo parto, de tal forma que tuve que ayudarlo a salir del útero materno, romper la bolsa donde venía y soplarle en su diminuta trufita, como si le hiciera el boca a boca.

Era el más pequeñín, aun así, para distinguirlo tuvimos que hacer mil y una invención: trasquilarle el pelo de la pata, en la oreja, en el lomo, pintarle una uña, liarle un hilito... con los trasquilones el podre estaba hecho un cromo y el pelo le crecía muy deprisa así que la marca iba desapareciendo. La pintura se la borraba Kira al lavarlo. Y el hilito desaparecía igualmente.

Siempre ha sido un poco patoso y siempre hemos dicho que parece un elefante en una cacharrería. De cachorrete corría con las patitas dos a dos a punto de rodar. Si tiene que saltar seguro que lo hace por el sitio más difícil, siempre anda por el medio, haciendo que tropecemos con él. Luego te pide perdón, como si hubiera hecho algo malo, dando saltitos a cogerte las manos.

Cuando tenía alrededor de un año nos fuimos unos días a Casar del Cabañar, a una cabañita de madera preciosa al lado de unas gargantas maravillosas. Íbamos saltando de roca en roca, eran "canchales" grandes, él saltó y se cayó al agua, ¡nos dimos un susto! menos mal que llevaba el peto puesto y lo pude agarrar y sacarlo, si no me veo metida en el agua en su auxilio, ¡era invierno! Tuvimos que subir pitando para secarlo bien y no se pusiera malito. Siempre ha sido muy propenso a la otitis.

No le gusta el agua. Hace dos veranos, cuando estrenamos la piscina de nuestra casa nueva, lo metimos para que aprendiera por donde tenía que salir si se caía accidentalmente y ahora cada vez que estamos en el agua pasa muy altanero y lejos de nosotras, como si no nos viera, debe pensar que si no nos mira no le veremos. Cuando le toca bañarse, se esconde en un rincón, siempre el mismo, y se pone muy duro al cogerlo en brazos para meterlo en su bañera. Pero cuando lo he secado y peinado se pone muy, muy contento, salta y hace carantoñas; debe ser que se ve guapo y se siente bien.

Sin embargo le gusta mucho la playa, como a su madre, correr por la arena detrás de las gaviotas, revolcarse hasta estar marrón y hacer agujeros, unos enormes agujeros, buscando "el conejo" que le dice Rosa. Nunca lo encuentra ¡claro!.

Siempre ha querido ir por delante al pasear, como un perro guía; ahora, a sus 9 años sale muy dispuesto, tirando con fuerza, pero si el paseo es largo se queda dos pasos por detrás, pero no se para ni se queja.

Cuando pasa alguna ambulancia aúlla, pero de forma distinta a cuando la sirena que suena es la de la policía. Es muy gracioso verlo.

No le gusta nada que le pongamos panza arriba. Le gusta mucho jugar con nosotras a "tirar", y las botellas de plástico con tapón, cuando se los quita pierde el interés.

Dalí tiene los ojos color miel y una mirada franca y dulce. Tiene muy buen carácter, es noble y cariñoso. Ahora es el mayor de nuestra gran familia de cuatro patas. Es un BUEN PERRO, NUESTRO PERRO.

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