miércoles, 15 de mayo de 2013

LA LIBRETA
Había escrito en ella muchas veces. De sus amores y desamores, de sus penas y alegrías, de sus proyectos y sus planes, de su presente, su pasado y su futuro, de lo que fue, de lo que pudo haber sido, de lo que sería, de sus locuras y corduras, de sus miedos y de sus certezas. Sabía que en ella había escrito de todo. Y ahí estaba reposando en una caja con otros mil cachivaches. Se había topado con ella en su última mudanza. ¿Quién sabe los años que llevaría allí, olvidada, ignorada y sin abrir? Sin un lápiz o bolígrafo que anduviera por sus cuadros, amarillentos ahora, pero que un día fueron de un blanco inmaculado.

La sostuvo entre sus manos sin saber que hacer. ¿Abrirla y recordar? ¿Soltarla en algún otro cajón y olvidar? ¿Olvidar? ¿Para qué? Llegados a este punto de la vida no se arrepentía de nada, todo lo había vivido con intensidad, no, de nada se arrepentía. Algún error, es cierto, había cometido pero todo tenía un porqué, había aprendido de ellos, pero ninguno había cambiado su forma de mirar el mundo, de frente, sin complejos, con alegría.

¿Miedo? De nada, si acaso de la inocencia de sus años jóvenes o de la energía que daban los 13, 15, 18, 21 años...

Así que abrió la libreta y repasó sus recuerdos. La soledad, las nubes, la libertad, la injusticia, la sociedad, los amigos, la familia, la noche, EL AMOR; temas recurrentes que jamás han faltado en su cabeza. Es bueno escribir, así una no olvida lo que fue, y se reconoce en lo que es.

La libreta ha estado siempre ahí, dispuesta a recoger los trazos dudosos de las primeras letras, las inquietudes y sorpresas de la infancia y la pubertad. Los terribles aconteceres de la adolescencia, el primer amor de juventud, el primer desengaño, la falsedad, la traición a veces, la inseguridad, la suerte, la muerte, el amor y la tranquilidad. Lo importante y lo superfluo.

Ahora se ve reflejada en esas páginas, ha crecido en ellas, con ellas y por ellas. Y es feliz porque tiene lo que siempre soñó y le importa un bledo lo que opinen los demás (que no son muchos) y tiene el respeto de los que sí le importan y eso es suficiente.

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