viernes, 14 de noviembre de 2014

CAÍA LA TARDE
Rebeca lucía un vestido color camel, camisero y entallado que le sentaba de maravilla.

Elena se había puesto un pantalón negro y una camisa salmón que resaltaba su piel morena.

Habían pasado el día de fiesta, entre amigos, copas, bailes, alumnos y padres.

Era el día de fin de curso y en el colegio se celebraba una convivencia que era una tradición desde hacia muchos años.

Muchos habían comenzado a marcharse y ellas estaban deseando encontrar un momento a solas. La noche se prometía cálida y dulce.

Tras despedirse de los últimos compañeros y compañeras caminaron por las calles antiguas de la ciudad, charlando, comentando las anécdotas del día. Alegres, felices, todavía presas de la euforia del éxito de la fiesta y por algunas copas.

Eran jóvenes y llenas de vida y de amor.

Llegaron a un pequeño jardín y buscaron el rincón más oscuro. Y ahí dejaron salir el beso que les ardía en los labios. Un grupo de jóvenes cruzó, entre bromas, el jardín. Y comenzaron a cantar esa canción de Mecano que tanto les gustaba... "Unos novios comiéndose a besos".... y siguieron su camino entre risas.

Rebeca y Elena, un poco sobresaltadas, decidieron volver a casa sin perder un momento.

Aquel, habían sido un grupo educado y respetuoso pero el próximo podía no serlo. Mejor no tentar a la suerte. 

Y ambas pensaron que sería bonito poder besarse a la luz del día y ante los ojos de todo el mundo. Pero, desgraciadamente, la TOLERANCIA, aún no era una virtud extendida entre toda la ciudadanía. Aunque se había conseguido mucho quedaba mucho también por alcanzar.