martes, 19 de marzo de 2013

¡ADIÓS, PAPÁ!
DÍA 1 DE ABRIL DE 1994

Todo lo buena que soy o que tengo, te lo debo a ti. Tus silencios me enseñaron más que millones de palabras, tus palabras mitigaron mi dolor como un antídoto, y otras veces obligaron a salir esa sonrisa que la tuya provocaba.

Tu sonrisa socarrona siempre mostraba tu bondad. Poque eras bueno, papá. Y buenos nos hiciste a tus hijos.

De tus ojos brotaba esa sonrisa que salía de tus manos, de tanto trabajar rudas y de tanto querer suaves.

Nos enseñaste a crecer con respeto sin una brusquedad y llegamos a ser felices.

Y te fuiste un día que tantas veces tu ilusión llenó de ternuras, o que tu ternura llenaba de ilusiones, un seis de enero, un día de Reyes. Y tú, padre entre los padres, te fuiste sin grandes aspavientos, como siempre viviste, sencillamente. Sin equipaje como el poeta, solo con un hatillo, en él llevabas tu labor de tantos años, un trabajo bien hecho, un montón de respeto de todos los que te conocieron, el amor de los tuyos y el orgullo de dejarnos a todos allí donde a ti te gustaba vernos.

Es grande el dolor de haberte perdido, pero es más grande el amor que por ti sentimos.

Te añoramos con ese desgarro que queda en el corazón, el saber que jamás volveremos a verte, pero quiero creer que hay Dios y quiero pensar que tú estás a su lado, y como dice tu nieta más chica "afilando quizás sus instrumentos", echándole una mano, que seguro que Él te lo agradece.

Adiós, papá; te quiero.

De mi libro "Todo Revuelto".


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