jueves, 7 de marzo de 2013

Angelitos

Desde hace algún tiempo me ha dado por tener en casa angelitos. No me había dado cuenta, pero han ido entrando en mi vida poco a poco, algunos hechos por mí, otros regalados y una cajita de unos cien muy chiquititos que compré para unas navidades, de esos que se ven en la oscuridad y que he ido regalando a diestro y siniestro; a veces a personas que tal vez no se lo merecían, o tal vez, precisamente porque no se lo merecían.

Pues bien, esos están ahora dispersos por aquí: en el gozne de una puerta, en un arbolito, en la mano de otro ángel...en fin, por aquí y por allí y al apagar la luz destellan durante unos minutos, como si fueran pequeñas estrellas y entonces pienso que son mágicos y al instante he recordado que cuando era pequeña, al apagar la luz, veía -al esforzar la vista en la penumbra- como mis muñecos cobraban vida, se desperezaban y poco a poco despertaban del sueño diurno, para comenzar su vida, que siempre llegaba con la oscuridad.

Los veía moverse poco a poco hasta que el sueño me vencía y ya solo los soñaba, bajando de la cómoda y jugando con los otros muñecos. ¡Qué cosas! (Ya sé que eso nos ha pasado a todos y todas). Por la mañana comprobaba, sorprendida, que se habían cambiado de sitio o de postura (¡Bendita inocencia!). Y por la noche volvía a esperar el sueño vigilando sus movimientos.
 

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