martes, 12 de marzo de 2013

Los regalos

Los regalos. ¡Cuánta ilusión al hacerlos! ¡Cuánta ilusión al recibirlos! La tensión ¿qué será, qué me traerá, qué me comprará esta vez, con qué me sorprenderá?


¡Y vaya si te sorprendes!

Este año, en Reyes, mi cuñada me ha regalado un pijama. Vale, un pijama, está bien. ¡PUÉS NO!, ¡no está ni medio bien! Porque era un pijama de vacas, o con vacas, como queráis. Calentito, sí, muy calentito. Pero ¿qué quiere decir con él? ¿qué estoy gorda? ¿qué estoy muy gorda? ¿¿qué gorda?? Entiendo que es un mensaje sutil para que me ponga régimen. Pero no puedo, aún esto comiéndome los bombones de la caja roja que compramos en Navidad. Cogimos la más grande; pero es que además por mi cumple también me regalaron bombones. ¿Otra indirecta? Así que, aún debo recibir alguna indirecta más.

Determinadas personas no deberían de hacer regalos, se les debería prohibir. Por ejemplo a las personas prácticas. Esas no deberían comprar un regalo jamás, nunca, en la vida, de ningún modo. ¿Por qué lo digo? Por experiencia.

Durante el año 2009 me pasé todo el tiempo recordando a mis allegados que en el 2010 cumpliría los 50, una edad importante, medio siglo, cinco décadas, 10 lustros. ¡Casi na! Que se dejaran de chorradas, de mariconadas, que yo no quería un pijama, o una maceta, o un juego de toallas... ni nada por el estilo. Que yo quería un BUEN REGALO, ¡EL REGALO!. Algo especial. Los 50 es una edad importante. Decisiva. Pues bien, llegó el día de mi cumple; hice la tarta de queso, mi especialidad, la que le gusta toda la familia y a los amigos. Y llegó la hora de los regalos, mi familia política se había juntado para hacerme ¡EL REGALO!: ¡¡¡¡¡¡¡Un tensiómetro!!!!!!!, ¡un miserable aparato para tomarme la tensión!. Bueno no estampé el dichoso presente porque soy una persona de buen carácter, pero... un tensiómetro. Otra indirecta, en lugar de: "Una edad preciosa", con él me querían decir: "Te estás haciendo vieja", en ese momento pensé: "al año que viene me traerán el andador". ¡Qué fiasco!. Todo un año avisando para que al final... ¡que chasco!.

Esperas ese día, con ganas, un año más, un año de experiencia acumulada (¡Qué leches!, Que sí, que me estoy haciendo vieja) y llega el día y te encuentras con UN VALE. ¿Cómo que un vale? Yo quiero cosas tangibles: un bolso nuevo, un móvil, un ipad, un coche... No, "un vale por", ¿cómo que vale por...?, si vale por... ¡habérmelo traído hoy que es mi cumple! ¡No me jodas!.

Yo siempre acierto, Sólo regalo relojes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario