lunes, 23 de diciembre de 2013

VELADA LITERARIA
El año pasado se cambió el formato, de la cena ruidosa en la que, con los platos y las charlas, las copas y la comida, casi nadie hacía caso ni del presentador de turno, ni de las deliberaciones del jurado, ni de.... hemos pasado a un formato más lógico, más acorde con un acto literario. Donde el escenario es el plato principal y destino de nuestras miradas. Situados frente a él en perfecto silencio y atención hemos seguido la gala sin perder detalle. Disfrutando de todos y cada uno de los minutos que ha durado.

El día del evento es cada año especial. Preparar la ropa con cuidado, no deja de ser el acto social más importante del año, y si hay que tirar de amistades para algún que otro complemento, ¡se tira!, para eso están.

Comenzar el acicalamiento con tiempo para no llegar tarde, encontrar una plaza de aparcamiento lo más cerca de la entrada, sobre todo para la hora de la salida. Y ya en el lugar los saludos, a diestro y siniestro. Algunos alegres y emotivos, personas que ves en contadas ocasiones pero que te alegras de encontrar, otras a las que  rehuyes la mirada, ¿para qué saludar? pero siempre, impepinablemente, te das de bruces con ellas y no tienes más remedio que esbozar una sonrisa y ser cortés y educada, después te despellejará con sus amigos, ¡es lo que tiene vivir en sociedad!. No importa.

La gala comienza con los invitados ocupando sus asientos, adjudicados a cada uno por su nombre en las primeras filas. Con espacio suficiente para el resto de asistentes.

La presentadora, profesional, notable y agradablemente sorprendida, comienza el acto elegante y entretenido.

Uno de los mejores actores extremeños encarna al personaje que da nombre al premio literario. Magnífica su voz, su expresión, su talento, que realza unos textos maravillosamente escritos por otro extremeño, dramaturgo prolífico, intelectual reconocido, docto, culto y erudito.

Las canciones acompañadas de una voz dulce y melodiosa y de una guitarra cadenciosa y sutil.

Y la presentadora cada vez más emocionada y asombrada, introduce cada momento con estilo y buen hacer.

Y por fin llega la hora de conocer a los ganadores, ya fue el tiempo de los discursos de las autoridades escuchados con cortesía y atención; pero éste es el momento más esperado de la Gala. Cada componente de la Comisión Lectora, a la que todos han agradecido su trabajo, espera que el título del ganador de este año sea una de las obras que su grupo ha pasado, con ilusión, como si de una obra suya se tratara, y si no es así al año próximo habrá otras oportunidades. Se habla con los ganadores, este año los premios se han quedado en el país (que cuando se van fuera son más gastos). El año pasado; dos escritoras, este año cambian las tornas. Ahora a esperar la nueva edición con nuevas obras.

Terminado el acto literario vienen más saludos, enhorabuenas por la actuación, por el acto en sí, y LA FIESTA. Un aperitivo de pie, al principio un poco escépticos pensando que tendríamos que cenar en casa, pero pronto caemos del error y los camareros y camareras pasan con fluidez con las bandejas cargadas en aperitivos deliciosos que degustamos con hambre, es ya muy tarde.

Se echa de menos algún escote que otros años nos sorprendía o una medias imposibles o un peinado estrafalario, este año no ha habido tanta piel, tanta perla, sí había un traje largo, alguna que otra pasó frío, pero poco.

Siguen los saludos y los encuentros, las charlas y los abrazos, los brindis porque el año que viene la Gala Literaria siga superándose.

Cada año llegamos más temprano a casa y sin miedo a la resaca del día siguiente, porque cada vez la ingesta del alcohol es más reducida. ¡Será cosa de la edad!.

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